viernes, 15 de abril de 2011

Estas tardes vi llover.


Aunque no lo parezca por la escasez de entradas, en los últimos días he estado muy activa en la cocina y fuera de ella. Por fin tengo a la mano casi todos mis cachivaches de cocina, y ya me lancé a hacer pruebas para ir acomodándome al horno, diminuto por cierto, a los ingredientes y a la altura de Bogotá. He ensayado arroces, harinas, azúcares, limones, tartas, tortas, ponqués, etcétera, etcétera, con resultados no siempre halagadores. La tarea es larga pero hay que hacerla.

Además, me ha resultado muy difícil acostumbrarme al clima de la Bogotá de ahora. Digo a la la de ahora porque cuando yo me fui, el clima era otro. A pesar de venir de un lugar donde hay un invierno con temperaturas bajas, no estoy preparada para vivir en estas, también bajísimas, pero sin calefacción. Vivo enferma del frío, arropada con una cobija y soñando con carbohidratos, sopitas y té caliente todo el tiempo.

Me ha impresionado también el altísimo nivel de humedad del ambiente, proporcional al volumen de lluvia que cae todos los días, no una vez, sino varias. Lo que se siente ahora en mi apartamento, es lo que recuerdo como el clima característico de las fincas de la sabana, donde uno lo disfrutaba porque estaba en plan de paseo, con la chimenea prendida todo el tiempo y casi siempre durante el tiempo corto del fin de semana. Ahora tengo el inconveniente de que ni estoy de paseo ni el frío desaparece el domingo por la noche. Es más, no se va nunca! Créanme, vivo enferma del frío. Ya entendí que tengo que tomar medidas drásticas al respecto, y juro hacerlo pronto para poder funcionar normalmente, sin cobija, durante un horario que se prolongue más allá del atardecer.

Siguiendo la línea carbohidrática de pensamiento, esta receta me llamó la atención porque se trata de una pasta con pollo bañada con una salsa que es casi una sopa, estupenda para un día frío, o sea para cualquier día de la semana en Bogotá. Tiene además la personalidad característica del romero, que también le da a la comida esta cualidad reconfortante con su sabor amaderado, que contrasta increíblemente bien con el gusto dulce de las cebollas caramelizadas.



Es un plato para la familia, o para invitados. Lo serví después de la sopa de tomates asados de la página, con pan francés y una ensalada, y resultó ser un menú muy sabroso.

La receta original emplea queso de cabra, pero yo resolví ensayar un queso parecido que se encuentra en Colombia conocido con el nombre de “Quesito” que es un poco menos cremoso que el de cabra pero también se desmorona con facilidad y derrite ligeramente con el calor de la pasta; les recomiendo que lo ensayen si tienen lo tienen a su alcance. Otra sustitución que hice fue usar pasta corta por razones de disponibilidad, pero sugiero la pasta larga, preferiblemente ancha (fettucine, por ejemplo).

Pasta con cebolla caramelizada y romero

Ingredientes:

6 cucharadas de aceite de oliva
4 ½ tazas de cebolla cabezona (aproximadamente 2 cebollas grandes) cortadas en rebanadas delgadas
½ cucharadita de azúcar
2 ½ libras de pechuga de pollo sin piel cortada en cubos de 1 pulgada (2.5 cms.)
½ - 1 cucharada de ajo picado, al gusto
2 cucharadas de harina de trigo
2-3 cucharadas de romero fresco picado, de las cuales puede usar ½ cucharada para rociar al final si lo desea.
¾ cucharadita de sal
¼ cucharadita de pimienta negra recién molida
3 tazas de caldo de pollo
1 taza de vino blanco seco
3 tallos de perejil fresco
½ taza de perejil fresco picado
1 ¼ libra de pasta seca, preferiblemente una pasta larga y ancha como fettucine
2 cucharadas de mantequilla sin sal
6 onzas (185 gramos) de queso de cabra desmoronado o un queso campesino comparable que se desmorone con facilidad.
1 cucharada de cáscara de limón amarillo rallada

Preparación:

1. Caliente 2 cucharadas del aceite de oliva en una sartén a fuego medio; agregue las cebollas y el azúcar;


2. Cocine, revolviendo constantemente, para que las cebollas se vayan caramelizando lentamente;

3. Siga salteando hasta que las cebollas estén blandas y ligeramente doradas, aproximadamente 20 minutos.

4. Páselas a un plato y reserve.

5. Caliente bien otras 2 cucharadas del aceite y añada la mitad del pollo. Saltee hasta que los cubos estén dorados por todos lados. Pase a un plato y repita con la mitad del pollo restante, adicionando más aceite si es necesario.


6. Devuelva el pollo del plato a la sartén a fuego medio alto. Añada el ajo y dore hasta que esté aromático, aproximadamente 1 minuto. Rocíe el pollo con la harina y cocine la harina ligeramente, revolviendo para que cubra los trozos de pollo. Agregue el romero , sal y pimienta y revuelva.


7. Adicione el caldo, el vino, los tallos de perejil y las cebollas caramelizadas, revuelva y haga hervir. Baje el fuego a bajo y cocine hasta que el pollo esté cocido pero blando, aproximadamente 30 minutos.



8. Pruebe y ajuste la sazón.

9. Mientras el pollo se cocina, ponga a hervir agua con sal para cocinar la pasta. Cuando ya vaya a estar listo e, pollo, cocine la pasta de acuerdo con las instrucciones de la caja, asegurándose de dejarla al dente, sin dejarla ablandar demasiado. Escurra la pasta y devuélvala a la olla caliente. Agregue la mantequilla a la pasta y mezcla para que se derrita la mantequilla.

10. Adicione la mezcla de cebolla y caldo y mezcle bien dentro de la olla caliente; pase a la bandeja en que lo va a servir y rocíe con la ralladura de cáscara de limón, el perejil picado y por último el queso.


11. Sirva inmediatamente, de lo contrario se enfriará muy rápido!

Rinde 6 porciones.

Adaptada de una receta de "Casual Entertaining" de Williams-Sonoma.

2 comentarios:

  1. que rica receta. espero que encuentres una esquinita calientica en tu casa para aliviarte del frio.

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  2. Prometo no quejarme más de frío, después de ver lo que está sucediendo a nivel nacional con el invierno. Lo que sí reitero es que espero que las lluvias pasen pronto para que no hagan más estragos. Un abrazo grande.

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